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Mostrando entradas de octubre, 2008
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Hoy: desconexión. Me pido desconectarme del mundo y de mi alma. Lo ruego. Dejaré que los las lecciones por aprender me consuman y me iré a morir a la cama áspera y vacía que me espera. No pido más que dejar de pensar. Un leve y gozoso día de no pensar en nada. Uhm, delicioso. Robado a: www.cazurro.es

Aunque sí que lo sepas

Como hoy se han llevado mis palabras extraños malos humores, lo dejo todo en manos del señor Quique González, porque yo, a estas alturas, ya no sé qué decir. Aunque tu no lo sepas me he inventado tu nombre me drogué con promesas y he dormido en los coches. Aunque tu no lo entiendas nunca escribo el remite en el sobre por no dejar mis huellas. Aunque tú no lo sepas me he acostado a tu espalda y mi cama se queja fría cuando te marchas. He blindado mi puerta y al llegar la mañana no me di ni cuenta de que ya nunca estabas. Aunque tu no lo sepas nos decíamos tanto con las manos tan llenas cada día más flacos. Inventamos mareas tripulábamos barcos, encendía con besos el mar de tus labios. Y toda tu escalera.

Te odio

Odio el odiarte y no querer verte. Lo odio. Esta sensación que en un ya demasiado demorado verano me acompaña camino del metro. No es el no tenerte lo que me acongoja, sino el esfuerzo que debo llevar a cabo para olvidarte. Intentar no pensar en ti. Muchos días lo consigo, los que más. Y no te recuerdo. Pero luego están esas noches tormentosas en las que el mundo pesa y el aire es denso, esas noches en las que el astuto viento del norte me agita los pensamientos y te desentierra. ¡Maldito viento! Pero no te creas. Te sigo odiando. De los pies a la cabeza. Te odio.