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Mostrando entradas de julio, 2010

48 grados y 5 minutos de felicidad

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Mi vida te la puedo contar en trece minutos y medio. O casi. Enumeraré lo que hago cada hora del día: desperezarme, cafetear, elegir la ropa más adecuada para mi estado de ánimo, pintarme el rabillo del ojo de negro azabache, coger el metro previo saludo a mi kioskero, bajarme de la línea 10, trabajar, trabajar, vaguear, trabajar, quejarme del frío y/u/o calor que hace en el laboratorio, trabajar, bajarme de la línea 10, cañear, sonreir y flirtear, subirme a la línea 4, facebuquear y plácidamente dormir. El problema es que no sé muy bien cómo contarte lo que pasa detrás de mi vida. O qué pasa los días en los que mi vida hace un ángulo de 48 grados y 5 minutos y me lleva a un paraíso terrenal del que apenas conozco nada. Sus vértices son diferentes. A veces se trata de un beso robado, de una amiga olvidada, de una mirada extraviada o de una noche de locura (o domingos de piscina). Puede empezar en la puerta de Alcalá, Ortega y Gasset, en la playa de Riazor o en una isla cuasidesierta de