Coruñeando
En Coruña hay mar. Hay casas rococós en la calle Real que no descubrí hasta que cumplí los 15 años y empecé a mirar hacia el cielo. En Coruña hay olas más grandes que el Paseo Marítimo. Hay papás y mamás y tíos y tías y primas y abuelas que cuando sonríen el mundo se para y abuelos que no comprenden el móvil. Hay famlia para poder emborracharse con ella y comer pulpo y cachelos. En Coruña está la torre de Hércules. Y gentes de Coruña de toda la vida. Hay ciudad vieja y monte de San Pedro. Hay Pablos, Icías, Adharas, Ineses, Viriatos, Lucías, Lolas, Franciscos, Jaimes, Lauras, Anas y Silvias. Hay Tomases y Vevas. En Coruña nunca te sientes sola y siempre hay ojos que te buscan en la calle. En Coruña tenemos la Repichoca y el Atlántico. Tenemos nuestro propio idioma coruñés. Y hay rumores a tutiplén. En Coruña huele a mar en cuanto te bajas del avión (incluso aunque te bajes en Santiago) y ese olor a salitre ricorico no se te despega del alma nunca más. Coruña tiene una de las puestas de...