O cheiriño a café pola mañá
Este verano han ocurrido muchas cosas. Sucedieron tres festivales y medio, proyectos que quitan horas de dormir, luces bajo las que besarse sin parar y cenas de vino y terraza. Pero sin duda, el verano de 2017 pasará a la historia por ser el verano en el que nos dimos cuenta de lo revolucionario que es no preocuparse por el maquillaje corrido por las mañanas ni por las camas revueltas ni por los escombros en el salón. Porque de esta manera podrás quitarte los encorsetamientos y las cadenas y descalzarte sin miedo a mancharte los pies con arena de San Vicente o con el polvo de casas en obras que se convertirán en tu hogar. Descubrirás lo maravilloso que es estar dispuesta a ser vulnerable y a clavarte las piedras de los caminos que discurrirás sin la protección de tus sandalias. Caminarás por pasarelas de madera que te llevarán a parajes desconocidos y dormirás con los pies sucios tras un largo día de vivir y de soñar.
Yo no sé qué te deparará esa pasarela de madera pero si es como la mía te lo aviso: camínala hasta el final aunque el sol de julio te abrase los pies desnudos, hasta que encuentres una piedra en la que sentarte y contemplar el mar. Respira, disfruta y siéntente libre para escucharlo (a él y al Atlántico). Nunca sabes qué pueden traer el nordés o el mar de Irlanda. Ennsúciate los pies y bebe café por las mañanas. Hasta hartarte.
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