¿A dónde han ido tus palabras?

Anoche intentamos averiguar a dónde se van las palabras que nunca se dicen. Pensamos que igual el cielo está lleno de ellas, de esas palabras sordas o mudas o ciegas. Como sean. Las conversaciones que mantenemos en nuestra cabeza, en las que somos sabios y valientes y sabemos exactamente qué decir. "No te vayas tan pronto esta noche. Quédate un poco más. Déjame acercarme a ti, despacio. Quítate esa coraza de hierro forjado que exibes y déjate tocar. Sabes que quiero empaparme de tu vida, de tu olor. No te vayas tan pronto esta noche". Las palabras que una vez pensaste que dirías y se quedaron agarrotadas en la boca de tu estómago. Qué pasa con los besos que nunca se dieron ni se darán. Con esos que soñamos de camino a la rutina. ¿A dónde van?


Esto lo intentamos averiguar entre cervezas, licores café y cremas de orujo. Y el resultado quedará entre los tres. Porque hay tardes en las que todo empieza por un paseo y cuatro cervezas y acabas comiéndote el mundo con un concierto en la Repichoca de fondo. Son esas tardes en las que no hay más que sonrisas y el más horrible de los secretos se desvanece entre carcajadas y gaitas. Cuando te das cuenta de que las palabras que nunca dijiste, ¿qué más darán?.




¿Adónde van las palabras que no se quedaron?
¿Adónde van las miradas que un día partieron?
¿Acaso flotan eternas,
como prisioneras de un ventarrón,
o se acurrucan entre las rendijas (hendijas),
buscando calor?
¿Acaso ruedan sobre los cristales,
cual gotas de lluvia que quieren pasar?
¿Acaso nunca vuelven a ser algo?
¿Acaso se van?
¿Y adónde van...?
¿Adónde van?

¿En qué estarán convertidos mis viejos zapatos?
¿Adónde fueron a dar tantas hojas de un árbol?
¿Por dónde están las angustias,
que desde tus ojos saltaron por mí?
¿Adónde fueron mis palabras sucias
de sangre de abril?
¿Adónde van ahora mismo estos cuerpos
que no puedo nunca dejar de alumbrar?
¿Acaso nunca vuelven a ser algo?
¿Acaso se van?
¿Y adónde van...?
¿Adónde van?

¿Adónde va lo común, lo de todos los días:
el descalzarse en la puerta, la mano amiga?
¿Adónde va la sorpresa,
casi cotidiana del atardecer?
¿Adónde va el mantel de la mesa,
el café de ayer?
¿Adónde van los pequeños terribles encantos
que tiene el hogar?
¿Acaso nunca vuelven a ser algo?
¿Acaso se van?
¿Y adónde van..?
¿Adónde van?


Silvio Rodríguez

Comentarios

  1. Que sepas que siempre será un placer...gran viernes y nadie nos lo podrá quitar!porque no hay mayor seguridad de vivir que el haber vivido...quedó ahí para la eternidad y que se repita cuanto antes!

    Pd:saludos para Paul!

    Andrés

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