En busca del día de tu cumpleaños

"Harold ya ha ascendido por el estado de Florida para entrar en el de Georgia, traspasarlo, llegar al de Alabama, seguir corriendo hacia Kansas, Colorado, Dakota, Montara y llegar a Canadá. 108.007 kilómetros y aún no se ha detenido. Los reporteros que quieren entrevistarlo tienen que hacerlo en marcha, porque mientras descansa, por las noches, ni admite preguntas ni quiere ser molestado. Existen muchas especulaciones acerca de cuándo se detendrá. Diferentes gremios se lo rifan: los comentaristas deportivos afirman tenerlo como el más importante ultramaratón man de la historia del deporte; los artistas dicen que nada tiene que ver con el deporte y que es el más genial renovador de Land Art; los ecologistas, que ni una cosa ni otra, porque en sus pretensiones ni alberga batir marca alguna ni registrar en documento gráfico su carrera, sino que es un canto al desplazamiento no contaminante. Por su parte, la facción ecologista de Al-Qaeda dice ser la legítima representante de Harold en el mundo entero y anda en trámites para comprar sus derechos de imagen ya que este corredor no participa de la tecnofilia occidental, viaja con lo puesto y, sobre todo, en su frenética carrera hay una clara intención de huida de los Estados Unidos de América, origen del Mal por antonomasia. Ahora, tras 3 años corriendo a razón de 40 km diarios, ha llegado a Alaska, donde no le quedará más remedio que da media vuelta y tirar de nuevo hacia el sur. Desde el coche de una televisión local le preguntan el porqué de tal carrera, y él responde, Cuando me divorcié me quedé hecho polvo, dejé la medicina y me largué a vivir a Miami. A los pocos días de instalarme fui al supermercado y compré una caja de Corn Flakes, la tradicional, y cuando llegué a casa vi que la fecha de caducidad de esa caja era exactamente la del cumpleaños de mi ex esposa. Volví al súper y pedí todas las cajas de Corn Flakes que tuvieran en stock con esa fecha de caducidad. Aparecieron al día siguiente con medio camión. Las acumulé en el garaje y llegué a la conclusión de que tendría que comérmelas todas a fin de expiar el fantasma de mi mujer: si me comía todas las cajas que caducaban el día de su nacimiento era como si sólo al terminarlas pudiera darse por finalizada nuestra relación y sólo así todo apego melancólico y sentimental se esfumaría. Cada vez que masticaba destruía una caricia, un gesto, una agresión, todo: actos que en otro tiempo habían consolidado lazos entre ella y yo. Y me puse a jugar al tenis en la videoconsola y a comer sin parar, hasta que un día, tras 3 años y medio, las cajas se terminaron y comprendí que era libre."




De Nocilla Experience, Agustín Fernández Mallo

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