En esos días
Es curioso como los días van pasando, lánguidos, tediosos, sin mayor distracción que mis propios pensamientos. El trabajo me aburre. Y entre peces y turistas mi mente viaja hacia lugares ya muchas veces visitados. La espera de una vida es mucho más larga de lo que había siquiera pensado. Y me detengo en los misterios que acompasan el mundo. Esa madre que grita a su hijo, el niño que corre escandalosamente por la sala de un museo, los flashes de las cámaras, la comida en el suelo enmoquetado, el apabullante desconocimiento de la educación... Y me pregunto qué será de todos ellos. ¿Y de mí?
El grito de un niño me devuelve a la realidad. Miro alrededor (caras absortas en la inmensidad del mar, risas, lloros) ¿Será esto ya una vida? Hay días en los que creo que no y es entonces cuando me escapo con la mente. Pero hay otros, la mayoría, en los que amo a los señores con sombrero, esos que todavía y a pesar de sus achaques aún son coquetos, y se ponen hebillas en las corbatas, combinan los calcetines con la chaqueta, se echan la cantidad exacta de colonia y se miran al espejo antes de salir a la calle. Hay dís, sí, los hay, en los que incluso la lluvia de agosto me parece una maravilla, salgo a pasear, me reecuentro conmigo misma, tengo ansia de aprender del mundo, de culturear, hago fotos mentales de momentos no compartidos, guardados para mí, de prados repletos de flores violetas, de olas que quieren alcanzar el cielo, de voces, aromas y luces que acarician mi ciudad.
Es cierto. Aún quedan días así.
El grito de un niño me devuelve a la realidad. Miro alrededor (caras absortas en la inmensidad del mar, risas, lloros) ¿Será esto ya una vida? Hay días en los que creo que no y es entonces cuando me escapo con la mente. Pero hay otros, la mayoría, en los que amo a los señores con sombrero, esos que todavía y a pesar de sus achaques aún son coquetos, y se ponen hebillas en las corbatas, combinan los calcetines con la chaqueta, se echan la cantidad exacta de colonia y se miran al espejo antes de salir a la calle. Hay dís, sí, los hay, en los que incluso la lluvia de agosto me parece una maravilla, salgo a pasear, me reecuentro conmigo misma, tengo ansia de aprender del mundo, de culturear, hago fotos mentales de momentos no compartidos, guardados para mí, de prados repletos de flores violetas, de olas que quieren alcanzar el cielo, de voces, aromas y luces que acarician mi ciudad.
Es cierto. Aún quedan días así.
Déjame seguir tus coordenadas
ya no tengo miedo a casi nada
cuando el sol se pone en tu ventana
tú me llamas y allí estaré
Se acabaron ya mis viejos dramas
si me abrazas con tu cuerpo en llamas
solo quiero ver cada mañana
como marcará hoy tu dirección
Para volar
para volver a despegar
sin dudar
en tu corazón
Súbeme hasta el cielo en tu avioneta
siento como flota mi cabeza
cuando el viento arrastra la tormenta
sólo quiero ir donde digas tú
Para volar
para volver a despegar
sin dudar
en tú corazón
Dame caña
Dame todo lo que tienes
para mí
Quiero todo
quiero todo
lo que guardas para mí
Rebeca Jiménez. Para volar.
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