Te odio

Odio el odiarte y no querer verte. Lo odio. Esta sensación que en un ya demasiado demorado verano me acompaña camino del metro. No es el no tenerte lo que me acongoja, sino el esfuerzo que debo llevar a cabo para olvidarte. Intentar no pensar en ti. Muchos días lo consigo, los que más. Y no te recuerdo.

Pero luego están esas noches tormentosas en las que el mundo pesa y el aire es denso, esas noches en las que el astuto viento del norte me agita los pensamientos y te desentierra. ¡Maldito viento!

Pero no te creas. Te sigo odiando. De los pies a la cabeza. Te odio.

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