Con alma de película de Hawks

Me cansé de las segundas inteciones la primera vez que te vi. O quizá fue la última que lo besé. No lo puedo recordar. El caso es que no quiero sufrir por las ironías de un joven de mirada dulce con corazón de hierro. No, no. Se lo juré a mi dignidad un día de sol naciente delante de un café y empapada en agua con sal.

Así que en vez de dejarme mangonear, he decidido ser, quizá, más peliculera de lo que ya soy. Y así seguir pensando en canciones que acompañen mis paseos y poemas que me recuerden los besos de los chicos que me encuentre en los rincones de Madrid. Ya te he elegido una. Y a ti también. Una habla de una guitarra. La otra de corazones de alquiler.



Dile cosas bonitas a tu novia:
"Tienes un cuerpo de reloj de arena
y un alma de película de Hawks."
Díselo muy bajito, con tus labios
pegados a su oreja, sin que nadie
pueda escuchar lo que le estás diciendo
(a saber, que sus piernas son cohetes
dirigidos al centro de la tierra,
o que sus senos son la madriguera
de un cangrejo de mar, o que su espalda
es plata viva). Y cuando se lo crea
y comience a licuarse entre tus brazos,
no dudes un segundo:
bébetela.

Bébetela, Luis Alberto de Cuenca.

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