¡Qué delicia! Levantarse, abrir las cortinas... y ver copos de nieve grandes grandes cayendo desde el cielo. Y salir de casa igual de nerviosa que una chiquilla, intentando no resbalar por las calles de Madrid. Fantástico.
Y cuando fui abandonada por los veraneantes de la casa, dispuestos a beberse Madrid, me paseé descalcita por la casa pensando en qué hacer. De repente sopló un aire fresco que se coló en la casa desde mi habitación hasta la cocina. Y claro, yo, norteña en un mundo de treinta-grados-centígrados, sentí aquel fresquito que me recorría los pies, los brazos y el cuello como un regalo que me hacía la ciudad por tanto calor acumulado. Cual perro labrador, seguí el rastro del aire hasta mi habitación y salí en medio de la noche al balcón, con los dedillos de los pies desnudos. Y, mmmm, soplaba el viento norteño y una estrella se mostraba tímida entre las luces urbanitas. Y entonces detuve el tiempo un instante para tomar una fotografía mental de aquel momento y así poder recordar el viento que se estaba llevando mi agonía. Y cuando me hube recompuesto de semejante placer, sonreí. Sonreí por lo bueno y por lo malo. Por Madrid y por este calor asfixiante. Porque aquí no hay playa ( ¿bueno y qué?...
He decidido que lo mejor que puedo hacer es cobrarme en especias todos los disgustos que me gané con tus besos. Primero serán mil y un perdones por todas las veces que buscándote no quisiste ser encontrado. Vendrán después sucesivas caricias en el brazo y miembros superiores por la vez que te fuiste y dejaste un enorme agujero en mi lado favorito de la cama. Los besos apasionados en mis labios rojos me los gané con todas tus ausencias y la eterna espera de tus llamadas. Y el estremecimiento generalizado de un mordisco en el cuello lo conseguí gracias a tu falta de coraje para decirme en el último instante "no te vayas, quédate". Acerca de lo que todavía no he tomado una decisión es sobre la posibilidad de cobrarme tus desprecios a lo largo y ancho de tu cuerpo o quizá, quizá mucho mejor, hacer de los cuerpos venideros mi principal pagador. Todo llegará.
Llevo varios días reflexionando sobre qué debía contar en mi estreno como bloguera. Si debía hacer una lista de mis intenciones, si debía contar quién era yo y mis motivaciones para crear este blog o simplemente empezar con una reflexión filosofocientífica acerca de la verdad de la vida. O todo a la vez. Pues bien, tras mucho deliberar, no he llegado a tomar ninguna decisión. Así que, como quería empezar de una vez por todas esta aventura, no me lo he pensado dos veces y me he puesto a escribir. Así que, ¡hola a todos! Aquí empieza lo que yo daría en llamar un viaje infinito hacia ningún lugar. Porque, la verdad sea dicha, no sé qué os voy a contar en este espacio. Simplemente quiero escribir acerca de lo que se me venga a la cabeza en un momento dado. Reflexiones, artículos, ciencia, sentimientos, política, pilates... ¿Por qué no? Quiero que sea una parte de mí. Quizá lo consiga. O quizá no... Para empezar, aquí os dejo la canción que suena mientras escribo estas líneas. Que seais fel...
La pena es que ahora sólo queden restos de agua sucia por las calles.
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