En los años que me quedan

Quizá es este olor a café recién hecho que inunda mi habitación, o la voz quebrada de Janis Joplin en ese intenso Summertime. O quizá sea este día de invierno atormentado. O que he dejado atrás mis días de escribir sobre lo que quisiera hacer y no hacerlo nunca, para por fin, sin más tardanza (ya llevo 22 años de retraso), actuar. Puede ser que esté pasando una etapa de locura transitoria que se acabará en cuanto cliquee sobre el botón de enviar o que mi vena peliculera y grandilocuente haya llegado a un punto álgido. Lo más probable es que me haya convertido en un personaje de alguna película de Cukor y sea esa otra yo la que te escriba y no aquella chica de rizos con sombrero que encontraste en una calle perdida de Madrid.

El caso es que, sea cual fuere la razón, me apetece volver a verte. Es cierto. Porque ayer, mientras caminaba envuelta por la noche pensé en lo agradable que es encontrar con quién hablar de la vida y sus avatares, de bares de Malasaña y películas de Woody Allen. ¿Manhattan o Annie Hall? Y fui pensando en lo que te diría si estuvieras delante… Pero claro, no estabas. Así que pensé en escribirte. Y aquí estoy, ideando como decirte que quiero encontrarme contigo por Madrid para, sin mayor pretensión, discutir sobre cómo arreglar el mundo o elegir el mejor disco de Lori Meyers acompañados de, ojalá, un buen vaso de felicidad.



¿Quién dijo miedo?
Burdeos, Marzo 2009.

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