Musa en paro busca poeta


Cuando en Madriz empiezan a caer del cielo hojas marrones y amarillas, en nuestras vidas siempre ocurren cosas maravillosas. Un año fueron las sonrisas de una andaluza. Al año siguiente (y al siguiente), los besos de un hombre que me quiso y la locura arrebatadora de descubrir un mundo nuevo. El año pasado recuerdo que sucedieron las calles de Lavapiés, las notas gallegas y los besos con sabor a ceviche y a mate. 

Y ahora, en este año que ya se acaba, ocurre que al saber de qué color quiero que sea mi sonrisa al despertar, soy capaz de respirar profundamente, dar un paso atrás y esperar a saber si me apeteces. Y aunque me reconozca en tus canciones y en tu felicidad y me guste cómo brilla tu mirada cuando descuidadamente me observas, primero, querido, tengo que decidir si me merecen la pena el revoltijo de sensaciones, las camas revueltas y los labios pintados. Primero, voy yo, con mis alegrías y mis sentimientos norteños, con mis rizos y mis besos, con mis atrevimientos y con todos esos miedos que los diferentes otoños de Madriz me enseñaron sabiamente a ordenar y clasificar para así, cuando por fin soy capaz de dar un paso atrás y articular qué ocurre en mi cabeza cuando te pienso, ser capaz de mirar a los ojos a estos miedos y decirles alto y claro que "ahora me toca a mí"


"Musa en paro busca poeta
desaliñado pueril y majareta
de esos que viven debajito de una nube
que le llueve solo a él y se le sube.
Musa en paro busca poeta
de esos que agotan las excusas y las tretas
que se ahogue en un tapón de agua
y precise el boca a boca debajo de sus enaguas
que la convenza de que Dios te mendiga
deje pintadas en el muro de la vida
y cuando intuya algo de miedo a desnudarte
te vista con la sutileza de su arte."
Antílopez

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