Cuando M. defiende la alegría
Tengo una amiga que es luz. Pero no como esas luces que
aparecen en las ciudades un triste lunes de noviembre, con ese gris tan de
asfalto y coches amontonados. No, ella es otro tipo de luz. Es la luz de las
tardes de primavera en una terraza de MadriZ. Es la luz del luscofusco que deja el sol sobre el
atlántico en las interminables noches de San Juan. Es el anaranjado de los
amaneceres que te sorprenden una mañana de domingo (o una noche de sábado)
saboreando los besos de algún amante fugaz en los portales de la Gran Vía.
M. es esa luz que cuando la ves algo se te remueve en las
entrañas y una sonrisa se te escapa por la comisura de la mirada. Se rumorea
que este hecho ha llegado a los oídos de los jipsters que copan las calles de Malasaña y que andan en su busca y
captura para usarla como antídoto contra la rutina de los días de bigote y de
modernismo desmesurado. A mí me han preguntado si la he visto por algún sitio,
pero he tenido que mentir y decir que no. ¡Me niego a que la usen para su uso y
disfrute y entonces yo me quede sin mi dosis semanal de martaalvarecismo!
Porque sin ella, yo no sería yo. ¿Qué hubiera sido de mí si
cuando B. se marchó ella no hubiera estado a mi vera sosteniéndome la mano para
que no me desmoronara? ¿Qué me hubiera ocurrido si no hubieran estado sus
abrazos cuando mis amores se mudaron a ciudades más norteñas o cuando el
propósito de mi aula se desvanece por culpa de los días duros y las
planificaciones infructuosas? Si los jipsters
barbudos se la llevaran, yo ya no sería yo. Sería otra, con la misma cara, el
mismo pelo y las mismas manos, sí, pero distinta. Sin ella, mi libertad sería
menos libre y mi sonrisa menos luminosa. Sin ella, mi camino sería más
empedrado. O quizá tendría las mismas piedras, pero desde luego, sin ella esas
piedras pesarían más y el camino estaría más oscuro.
Porque os digo una cosa. Yo soy la mujer más afortunada del
mundo. Yo tengo una amiga que es luz.
"Defender la alegría como una trinchera
defenderla del escándalo y la rutina
de la miseria y los miserables
de las ausencias transitorias
y las definitivas
defender la alegría como un principio
defenderla del pasmo y las pesadillas
de los neutrales y de los neutrones
de las dulces infamias
y los graves diagnósticos
defender la alegría como una bandera
defenderla del rayo y la melancolía
de los ingenuos y de los canallas
de la retórica y los paros cardiacos
de las endemias y las academias
defender la alegría como un destino
defenderla del fuego y de los bomberos
de los suicidas y los homicidas
de las vacaciones y del agobio
de la obligación de estar alegres
defender la alegría como una certeza
defenderla del óxido y la roña
de la famosa pátina del tiempo
del relente y del oportunismo
de los proxenetas de la risa
defender la alegría como un derecho
defenderla de dios y del invierno
de las mayúsculas y de la muerte
de los apellidos y las lástimas
del azar
y también de la alegría."
Defensa de la alegría
Mario Benedetti
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